Con frecuencia, hay cierta reticencia a la hora de valorar la figura de David Lynch como un autor de terror, considerándolo un simple artista abstracto por el carácter onírico de su obra y por la inquietud que causa su complejo universo artístico que escapa de cualquier lógica.
Hablar de David Lynch es hablar de lo incoherente, que al fin y al cabo es la esencia del miedo. Su obra se expresa por sí misma, desde «Cabeza borradora» (1977), pasando por «El hombre elefante» (1980), «Dune» (1984), «Terciopelo azul» (1986), «Carretera perdida» (1997), hasta la mítica serie de televisión «Twin Peaks«. Este gran autor difícil de etiquetar nos invita a hacer un delirante e incomodo viaje por el surrealismo de los miedos y las obsesiones humanas.
Precisamente, el Festival de Sitges ha clausurado este domingo, esta fascinante y triste edición, con una gala en la que le ha otorgado su gran premio honorífico como reconocimiento a su trayectoria cinematográfica. Aunque la entrega ha tenido que ser de forma virtual a causa de la pandemia, David Lynch ha agradecido su galardón con un vídeo que ha hecho llegar por internet. Lástima que nos hemos quedado sin poder conocer a este peculiar creador en persona.