El inventor británico Sir Clive Sinclair, que popularizó los ordenadores personales con el emblemático ZX Spectrum, ha fallecido este jueves a los 81 años. Nos deja una de las personas más relevantes en el ámbito de la informática doméstica. A diferencia de otras figuras claves de la historia de la microinformática, sus orígenes son humildes y seguramente de allí le venia la idea de crear productos que fuesen accesibles para todo el mundo.
El precio relativamente moderado del ZX Spectrum abrió la puerta de todos los hogares a tener un ordenador personal, y así muchos niños de los ochenta tuvimos nuestro primer contacto con la informática mientras cargábamos juegos en cintas de cassette. Consiguió conectar con una generación que entendió con pasión, que gracias a su accesible sistema de programación, cualquier niño con paciencia podía llegar a crear un rudimentario juego de la nada. Nos podíamos pasar tardes enteras pegados al ordenador, tecleando interminables líneas de código en BASIC, soñando en crear nuestros propios videojuegos. La informática ha avanzado tan rápidamente que ahora en la época digital resulta sorprendente pensar que aquel ordenador fuera capaz de hacer maravillas con apenas 48 K.
Más allá del ZX Spectrum, Sir Clive Sinclair fue ante todo un visionario. Entre sus invenciones más revolucionarias está la primera calculadora electrónica de bolsillo, tres veces más pequeña y la mitad de barata que las calculadoras similares de la época.
Otros de sus inventos más fascinantes fueron el primer reloj digital con tecnología LED y un televisor de bolsillo diminuto, el Sinclair TV80, pero estos proyectos no tuvieron el éxito esperado.
Del mismo modo a mediados de los años ochenta se anticipó y comercializó un vehículo eléctrico totalmente adelantado a su época. El Sinclair C5 que más que un coche eléctrico era una especie de triciclo, pero su propuesta no llego a convencer. Es más, fue un gran fracaso que lo llevo a la quiebra. No se pudo recuperar la gran inversión que requirió su desarrollo por lo que finalmente acabo vendiendo su compañía a Amstrad, uno de sus principales competidores.
Con este artículo he querido hacer un pequeño homenaje a este referente que no se lo pensó dos veces a la hora de consolidar sus ideas.