El festival de Sitges siempre lleva consigo una expectación que va más allá de las proyecciones de las últimas películas de genero. Sin ir más lejos, en la pasada edición aprovechando el 40 aniversario de “La noche de Halloween” (1978), trajeron a su director para que hiciera una demostración de su otra vertiente artística, la musical.
Pues bien, como ya sucedió el año pasado con la visita de John Carpenter, el festival se reservó el último fin de semana para deleitar a los cinéfilos amantes de las atmósferas más inquietantes, con un apoteósico espectáculo con el ADN del mejor cine de terror.
Así pues, la noche del viernes 11 de octubre estuvo dedicada a la música, con los conciertos de Hermann Kopp y Nightcrawler. Sitges también puede fardar de buena música, quién asistió no podrá negar que aquello fue un auténtico festival.
Desde una posición privilegiada, prácticamente en primera fila, tuve la oportunidad de descubrir el universo sonoro de Nightcrawler que a ritmo de sintetizador reinterpretaba memorables bandas sonoras de películas de terror y ciencia ficción. Era la primera vez que los escuchaba pero me dejé seducir por su ritmo electrónico de atmósfera oscura, muy bien acompañada con la proyección de imágenes sugerentes para llevarnos al límite de la locura.
Después vino el plato fuerte: El compositor alemán Hermann Kopp, interpretó las desgarradoras composiciones que realizó para los films de Jörg Buttgereit: “Nekromantik” (1987), “Nekromantik 2” (1991) y “El Rey de la muerte” (“Der Todesking”, 1989).
Cada tema se acompañaba por una proyección de la película en cuestión. Mientras sonaban sus demoledoras y atmosféricas composiciones en la pantalla se mezclaba la muerte, el amor, el suicidio, la locura y la pérdida de toda esperanza.
He de reconocer que asistir a este concierto era para mí una de las jornadas más esperadas del festival.
No fue un concierto sorpresivo pero era exactamente lo que queríamos los fans de Jörg Buttgereit. Allí éramos todos fans con pedigree, no había duda, nadie estaba por equivocación.
La única pega que le puedo poner, es que eché en falta la canción final de “Nekromantik 2”, al igual que una barra de bar para disfrutar de este extraño y lisérgico espectáculo tal y como se tiene que ver, con una cerveza bien fría.